Si queremos mantener el equilibrio de nuestra salud utilizando plantas medicinales, éstas deben ser ecológicas.
PLANTAS MEDICINALES
EXIGIMOS QUE SEAN ECOLÓGICAS
El retorno a las plantas medicinales como terapia curativa sigue siendo un hecho en nuestro país y, más todavía, en países como Francia, Bélgica, Dinamarca… Pero no todas las plantas medicinales son biológicas. Son las que más garantizan unos principios activos que pueden restablecer el equilibrio perdido de la salud.
Según una encuesta del Centro de Investigación sobre Fitoterapia (INFITO), uno de cada tres españoles confía en las hierbas medicinales para curar patologías como irritaciones de la piel, dolores de cabeza, dolores de estómago… En los países más desarrollados, ya es casi el 50% de la población la que acude a la homeopatía, las plantas medicinales, la medicina tradicional china, el ayurveda… En el último año, el consumo de preparados homeopáticos aumentó en España de un 10 a un 15%. El 1% de las ventas en farmacias en el estado español corresponde a este tipo de preparados.
MÁS PLANTAS EN PEDIATRÍACada vez son más los padres que regresan a la medicina natural a la hora de tratar a sus hijos. Los efectos secundarios de los fármacos convencionales, las terapias agresivas, las sospechas sobre muchos medicamentos, las reacciones negativas a algunas vacunas… conlleva que cada vez sea mayor el número de padres que busca en la fitoterapia formas de prevenir y combatir los diversos problemas de salud que puedan afectar a sus hijos. En pediatría, la práctica ausencia de efectos secundarios ha hecho que se use cada vez más la fitoterapia “bio”. “Esta situación se ha visto favorecida por la notificación de la incidencia de efectos adversos en niños tras la administración de algunos medicamentos de síntesis. Por eso, se buscan alternativas para evitar estos inconvenientes”, explica Teresa Ortega, vicepresidenta del Centro de Investigación sobre Fitoterapia (INFITO) y profesora de Farmacología de la Universidad Complutense de Madrid.
PRUEBAS CONTUNDENTESLas pruebas de la eficacia de las plantas medicinales, cuando son administradas correctamente, son absolutamente incontestables. Tal es el caso del ginkgo, por ejemplo, muy útil en problemas de Alzheimer y otras demencias seniles. También la stevia es muy recomendable para los que padecen de diabetes. Las plantas siempre se han empleado para el tratamiento de alteraciones y patologías leves y no tan leves, tales como las digestivas (anís estrellado, manzanilla, tomillo); trastornos no graves del sistema nervioso central, como insomnio, nerviosismo o ansiedad (melisa, espino blanco, pasifl ora, valeriana); procesos inflamatorios y alteraciones de la piel (árnica, onagra); prevención y tratamiento de afecciones respiratorias, como los resfriados (equinácea, eucalipto) y alteraciones metabólicas, como el sobrepeso (plantago, glucomanano y ajo). Sin embargo, la Administración y la Seguridad Social en nuestro país todavía no están por la labor. En Francia y Alemania, por ejemplo, ya nos llevan mucha diferencia. En Alemania, según diversos medios, casi el 60% de las prescripciones médicas corresponden ya a productos fitoterápicos que financia, en parte, la Seguridad Social. En nuestro país, crece el interés por estas alternativas desde diversos sectores “oficiales”, pero, a la hora de la verdad, todavía estamos muy lejos de los estándares europeos.
QUE SEAN “BIO”Para estar seguros de su eficacia y de su inocuidad, las plantas medicinales deben ser biológicas. O bien las adquirimos en los establecimientos del ramo con el aval pertinente. O bien las recogemos nosotros en el campo o gente de nuestra confianza. O bien las cultivamos en huertos, terrazas, patios… ¿Por qué? Porque los estudios demuestran que las plantas orgánicas son las que tienen los principios activos más fuertes. Y, por otro lado, porque los preparados de plantas medicinales no “bio” pueden llevar conservantes o ingredientes de dudosa calidad y eficacia. E incluso pueden haber sido irradiados para que las plantas medicinales no sufran con hongos ni germinen en todo el tiempo que estarán conservadas.
Sergi Palau Tordera
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